sábado, 30 de junio de 2012

Las siete vidas de España


Siempre he tenido una particular teoría sobre los torneos de selecciones. Suelo pensarlo cada dos años y me convenzo. Todos los equipos están muertos al menos una vez durante el campeonato. El sistema, corto y eléctrico, obliga prácticamente a ello, a sufrir algún momento de extrema necesidad al filo del precipicio. Es más, creo firmemente que el destino marca caprichosa y cruelmente esos desenlaces a cara o cruz. Solo así puedo entender el mal fario que ha perseguido a España durante siglos y su conversión actual hacia una especie de ángel de la guarda inquebrantable.Tanto es así, que ya nos sentimos capaces de defender siete vidas, sobre todo teniendo en cuenta los momentos álgidos que han acompañado al histórico camino del equipo nacional en los últimos años:


1- Tanda de penaltis contra Italia (22-06-2008; Cuartos de final de la Eurocopa de Asutria y Suiza): España llegó a su umbral, el fatídico escollo de los cuartos, y lo superó en el que quizá sea el punto de partida de la posterior escalada hacia el infinito. Casillas detuvo los lanzamientos de De Rossi y Di Natale y Cesc culminó la clasificación.

2-El penalti de Cardozo (3-07-2010; Cuartos de final del Mundial de Sudáfrica): Después de 58 minutos de una batalla inmensa ante Paraguay, Cardozo tuvo ante sí la ocasión de adelantar al cuadro sudamericano. Reina, que había encajado dos penaltis del delantero esa misma temporada, guiñó el ojo a Casillas para indicarle el camino. El resto lo hizo el hombre con más estrella del fútbol mundial y España acabó ganando gracias a un gol de Villa.

3- Robben, en los segundos más eternos (11-07-2010; Final del Mundial de Sudáfrica): En el minuto 61, el holandés se plantó ante el marco español con todo a favor después de recorrer medio campo con las peores intenciones y las máximas posibilidades. Casillas se venció pero sacó un pie mágico para salvaguardar la copa.

4- Robben, segundo intento (11-07-2010; Final del Mundial de Sudáfrica): Con el partido en su recta final, a apenas ocho minutos de la conlcusión, el extremo vivió su particular revancha. Volvió a desbordar entre tiburones -Puyol cayó e intentó desestabilizar con el alma la carrera del jugador orange-, pero no supo (pudo) culminar. Después llegaría la conmovedora exhibición de Iniesta en la prórroga con desembocadura en el éxtasis absoluto.

5- Cristiano Ronaldo, ante sus fantasmas (27-06-2012; Semifinal de la Eurocopa de Polonia y Ucrania): Minuto 90 y dudas en España. Contraataque fulminante de Portugal y Ronaldo, con el balón franco ante Casillas, chuta alto con su pierna izquierda.Un golpeo asequible y culminado antes con éxito en innumerables ocasiones pero que el 7 luso no fue capaz de embocar en el instante preciso.

6- Tanda de penaltis del España-Portugal (27-06-2012; Semifinal de la Eurocopa de Polonia y Ucrania): Alonso falla el primero y el gesto se tuerce. Aparece Casillas, Ramos se desmontera y Cesc se hace mayor repitiendo la sentencia y cerrando el círculo dibujado cuatro años antes.

Evidentemente, queda una vida. Y una final por delante. La del domingo contra Italia, otra selección experta en sobrevivir. Seguramente estemos ante la final de los escapistas.

lunes, 25 de junio de 2012

La dictadura del miedo



No hay peor compañero de viaje que el miedo, esa siniestra sensación que atenaza y presiona a los cobardes hasta poner su destino al borde del precipicio. Así debió sentirse Laurent Blanc en las horas previas a su duelo con España, en las que retorció todos sus ideales hasta elaborar una fórmula timorata que empequeñeció a su equipo. Lo convirtió en víctima prematura. Pensó en Iniesta en la habitación del hotel y le pareció ver a Jordi Alba junto al botones. Temió y rescató su carpeta para modificar el once que tenía en la cabeza.

En ese momento, después de una semana de motín dentro del vestuario, se traicionó. Colocó a Reveillere y Debuchy para frenar el flanco de mayor actividad del ataque español y empezó a perder un partido que para él duró exactamente 19 minutos. Los mismos que tardó Iniesta en lanzar a Jordi Alba. Los mismos que tardó su cinturón de castidad en saltar por los aires. Xabi Alonso culminó la cuchillada para sentenciar a Blanc, que necesitará semanas de psicólogo para comprender cómo es posible sangrar por una herida vendada y protegida de antemano presa del pavor.

Porque los 70 minutos restantes se convirtieron en un castigo cruel para Francia y su entrenador, inmovilizados y retratados por el peculiar dogma de España. Los científicos del fútbol tendrán siglos por delante para desentrañar el misterio. Nadie defiende tanto con la pelota ni ataca menos con ella que este equipo de Del Bosque que siempre la tiene. Es la posesión como fin, fórmula tediosa en ocasiones según los críticos, pero indiscutiblemente fiable y competitiva. Casi garantía de éxito. Y si no, que le pregunten a Blanc.

viernes, 22 de junio de 2012

Messi y Ronaldo: El fútbol bipolar



(Aprovechando el gran partido de Cristiano Ronaldo en el Portugal 1 - República Checa 0, rescato este artículo que escribí a finales del año 2010. El panorama no ha cambiado mucho)

El 2010, año de recuerdo imborrable para el fútbol español, ha sido el primero en medir durante la continuidad que otorgan sus 12 meses a los dos indiscutibles exponentes de este deporte, rey de masas por su enorme sentimiento colectivo pero, al mismo tiempo, el que encumbra de forma más exagerada a sus ídolos. Y es que, indiscutiblemente, el fútbol personifica.

Messi y Cristiano Ronaldo responden a ese rol y traducen en sí mismos el duelo entre el Barcelona y el Real Madrid hasta definir una Liga inalcanzable para 18 de los 20 equipos en competición. Además, marcan un escalón insalvable, una distancia abismal para cualquier futbolista. Sus registros, más allá de gustos y sentimentalismo hacia lo patriótico, hablan de dos dictadores insultantemente superiores a las resistencias que se les presentan cada semana sobre el césped. Como muestra, la estadística demoledora de los 58 goles en 55 partidos del argentino y los 45 en 48 encuentros firmados por el portugués en este año que apura sus últimos días.

Reconociendo el purismo que podría defender que el fúbol no sólo se resume en goles, lo cierto es que parece imposible encontrar una aportación que pueda resistir mínimamente la comparativa. Difícilmente un portero alcanzará esas cotas de incidencia en el juego a lo largo de un año -quizá sí pueda hacerlo en un solo partido-, ni un defensa ni un creador puedan hacer tangibles sus prestaciones para igualar tan ingente cantidad de goles, puntos y victorias. Sí, se trata de un juego que se sustenta recíprocamente entre el bloque y la resolución de los elegidos, pero, seguramente y aunque parezca una opinión ligera, el plus que aseguran Messi y Cristiano a sus equipos siempre estará por encima de las necesidades que ambos tengan que satisfacer en el grupo que les respalda.

Con esto no se pretende desdeñar, en absoluto, el carácter grupal del fútbol ni la fuerza colectiva que lo caracteriza, quizá la clave de su gran aceptación. De hecho, el Mundial dejó un discreto bagaje de ambos con sus respectivas selecciones, un dato capaz de poner en jaque la teoría. Pero, evidentemente, su capacidad y su poder se reducen cuanto menor es el periodo de competición (en este caso un máximo de siete partidos) y cuando, por ende, lo aleatorio y lo puntual juegan un papel mayor que en una carrera de fondo como la que puede suponer una temporada o, en esta medición, un año natural.

En cualquier caso, más allá del análisis sobre la influencia en el fútbol de los dos -y viceversa-, su particular pulso en la distancia se presenta como una curiosa metáfora de la forma de entender el juego. Ronaldo escenifica la exhuberancia física, la supremacía de la potencia y una particular voracidad que desata el debate sobre su ego, tal vez su gran defecto pero, al mismo tiempo, el motor que le empuja a ser insaciable y extremadamente competitivo cada día. Messi, por contra, destila mucha más sutileza y la inteligencia a la que siempre le ha obligado su limitada constitución física.

Se trata, por lo tanto, de una bipolaridad manifiesta. El arranque demoledor y virulento contra la habilidad infinita, el uno contra uno llevado a la perfección y a una velocidad inclasificable. Todo ello, en el caso del '10' del Barcelona, envuelto en una progresión evidente y aplicada al grupo, en la que es, seguramente, la gran diferencia entre ambos y el punto que puede hacer decantar la balanza.

Cristiano catapulta a los suyos con sus apariciones de  'Hulk'. Messi, por contra, acelera el fútbol sin estridencias, con una continuidad que ha alcanzado con el paso de los años. Ahora, ya no es sólo un regateador incontrolable, sino un jugador con una capacidad superior de asociación y lectura del juego (su crecimiento como pasador es altamente significativo). Son, en definitiva, dos fórmulas opuestas, opinables y atractivas. Son los dos polos que definen hoy el fútbol mundial.

Una vida en 33 segundos




Goles y gestas es el nombre de este blog recién nacido y tres de las primeras palabras de un himno.Un himno instalado en la memoria de mi más inocente infancia y que el pasado sábado sufrió una propulsión infinita. Después de dos años repletos de sufrimiento deportivo e institucional el Real Valladolid afrontaba el día marcado para cambiar de rumbo con el ascenso más balsámico de su historia. Era una evidencia, una necesidad y un llamamiento que llenó Zorrilla.

Algo casi inaudito que vino mostrar una realidad preciosa: Valladolid acudió el rescate de lo que es suyo; el presente de su equipo, el futuro de sus ilusiones y la recuperación de un sentimiento. Así palpitaron las 26.000 conciencias -más o menos fieles- que confluyeron en el estadio. Quizá la menos fiel la mía, que necesitó purgarse con 33 segundos mágicos. Por primera vez canté ese himno en el campo. Por primera vez sentí que aquello representaba algo especial. Seguramente las raíces olvidadas de una historia. Una vida en 33 segundos.